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30/1/2016

 

Vaya que los Henestrosa salieron buenos para las letras. Me indican que, hace algunos años, el historiador Juan Henestroza hizo una analogía al respecto en una exposición en la biblioteca Martina Henestrosa de Ixhuatán, la cual no citaré aquí para no provocar la ira y cólera de mis siempre fieles y queridos detractores. En esta ocasión me referiré a una obra de cuya existencia supe luego de leer el libro sobre el que versó mi columna anterior, “¡Adiós Café!”, del doctor Juan. Tengo que agradecer infinitamente a la compañera de este portal Alhelí Ruiz por facilitarme dos libros del escritor ixhuateco Rogelio Henestrosa: “Un pueblo real que parece imaginario” y “Mesa y sobremesa. Conversaciones con Andrés Henestrosa”. Ella misma fue quien me obsequió “Ixhuatán: Las hojas de su historia”, también del médico colaborador en PANÓPTICO IXHUATECO, trabajo que comenté aquí mismo hace un año en tres diferentes entregas (véanse http://goo.gl/Rl9Adz, http://goo.gl/1Fet7P y http://goo.gl/VIBP7L). Sobre el primer texto mencionado del maestro Rogelio hago unos breves apuntes.

 

Esta es una publicación del año 2000. Inicia nada menos que con un prólogo escrito en Tlacochahuaya por el puño y letra de Andrés Henestrosa. Don Andrés atrae al lector con breves palabras para introducirlo en lo que él designa como un trabajo que contribuye a la edificación histórica de Ixhuatán. La manera como el escritor se refiere a nuestro pueblo desplaza hasta la última sospecha de aquellos que le objetan el hecho de supuestamente negar sus raíces ixhuatecas. Le prepara a Rogelio el camino al atrapar a quien tiene en ese momento el libro en sus manos, ya hipnotizado y con voluntad irremediable de no soltarlo hasta la última página.

 

El estilo de Rogelio Henestrosa es personal. Me hizo recordar al periodismo gonzo: el periodista como parte del relato. Sin embargo, más que una autobiografía, esta es solamente una perspectiva desde la cual aborda el objeto de estudio (Ixhuatán) a fin de ilustrar su narrativa de forma fina y detallada. La introducción es simplemente maravillosa. El escritor llama la atención sobre el proceso de pérdida de la lengua zapoteca en nuestro pueblo, pero al mismo tiempo subraya las particularidades que tiene el español que se habla en la comunidad: uno que incorpora expresiones, frases y palabras del zapoteco, lo cual sitúa al hablante ixhuateco en una posición no totalmente alienada, sino como un tercer sujeto producto del choque entre las culturas colonial e indígena. Por Rogelio Henestrosa ahora sé que cha’ca es pájaro carpintero, y guéla, iguana verde en zapoteco; que xháhui vale para urraca, al igual que cíintacámaya para juego de la hamaca. Palabras que usamos de manera ordinaria muchas veces sin conocer su origen. El libro me hace pensar que el escritor conoce bien la lengua materna, pues a lo largo de sus descripciones plasma una cantidad importante de fragmentos en dicha variación lingüística de la mano de sus respectivas definiciones en castellano.

 

El autor elige a personajes como Aarón Toledo, Gilberto Henestrosa (Beto Cuachi), Modesto Matus, Roque Henestrosa, Romeo Santiago, entre otros, para llevar al lector al Ixhuatán de hace más de 40 años. A través de las vivencias de dichas personalidades, el profesor detalla cómo era la vida en una comunidad de abundancia en cuanto a posesión de la tierra y producción agrícola. Se traslada al rancho Los Tamarindos, y desde ahí describe la naturaleza ixhuateca y la labor de los ganaderos y agricultores.

 

Notable es la nostalgia con la que Henestrosa se refiere al decreto presidencial de 1972 de la mano de Luis Echeverría Álvarez y el cual les restituyó casi 50 mil hectáreas a los habitantes de San Francisco del Mar, problema que se ha venido arrastrando hasta la actualidad pese a lo distante que se ve en el tiempo.

 

Lugar especial ocupa en esta obra Roque Henestrosa, hermano del escritor. En nueve apartados, el profesor Rogelio detalla diversas anécdotas de este coterráneo, en las cuales dibuja escenarios chuscos como el día en que su esposa le reclamó a Rocón por vivir en casa de los padres de él y este le ofreció como solución ir ahora a casa de su abuela o cuando ayudó involuntariamente a una vecina durante el acto carnal con su marido. Recuentos sobre el consumo excesivo de alcohol de un paisano que hoy tiene más de 30 años en sobriedad, uno de los fundadores del Grupo de Alcohólicos Anónimos 24 Horas Ixhuatán.

 

Henestrosa transita por los velorios con bancas largas de madera, mezcal, cigarros y tamales en la casa del difunto. Recoge relatos simpáticos de legendarios teporochos de La Almendrita y su habilidad para contar chistes y conseguir siempre un trago.

 

Mediante los recuerdos de Enrique Fuentes Azcona (Quique Be’te) describe a detalle la que en impacto es la fiesta más importante de Ixhuatán: la vela de la Virgen de la Candelaria. Las andanzas de este ixhuateco nos remiten a esos días de algarabía, donde el baile de gala, la regada de frutas y la enramada traen a la mente del lector el folclore y la cultura que se expresan en tales festividades. La feria con el mítico grito de “¡Aquí nomás!” en la lotería, las garitas, la música y las cenadurías. Quique Be’te, militar que participó en la Revolución Mexicana comandado por el general Álvaro Obregón y cuyo nombre aparece en el libro “Ocho mil kilómetros en campaña”, de ese líder revolucionario.

 

El maestro Rogelio concluye con la redacción de la genealogía de la familia Delgado, una de las que, de acuerdo con su argumentación, serían de las más antiguas de Ixhuatán. Apunta que esta tendría su origen a mediados del siglo XVII con la llegada de un español de nombre Jacinto Delgado, quien, luego de arribar por el Puerto de Veracruz, se dirigió y estableció en el Istmo de Tehuantepec. Afirma que en El Espinal conoció y se casó con Anastasia Toribia Fuentes, con la que, a la postre, emigraría a Ixhuatán. En la página 173 de la obra es posible seguir las distintas ramificaciones que derivaron de esta pareja, y quien así lo desee puede actualizarla con los descendientes de la familia Delgado que nacieron después del año 2000.

 

Un pequeño glosario con palabras en zapoteco redondea este trabajo. Un libro cálido y con lenguaje sobrio. Una serie de escritos redactados con cariño por la tierra que ha visto nacer y crecer a grandes hombres y mujeres. “Un pueblo real que parece imaginario”, inmejorable título.

 

Como lectores, muchas veces somos despiadados y no descansamos hasta encontrar presuntas inconsistencias o puntos débiles en una obra. “Ni gracia escribe ese”, escuché decir a alguien sobre este libro. “Tanto Juan como Rogelio Henestrosa son recopiladores. No encuentro la parte genuina en su trabajo”, me indicó una persona a la que considero versada en Ixhuatán. Aquí viene bien aquella sabia invitación que el mismo doctor Juan ha expresado en diversas ocasiones: “Hazlo tú, pue’, muca”. Veo más provechoso extraer las aportaciones que cada promotor cultural realiza desde la trinchera que elija, sobre todo en tiempos violentos como los que se viven actualmente en el pueblo.

 

No tengo el placer de conocer al profesor Rogelio Henestrosa, pero, si algún pariente o amigo cercano a él lee estas breves líneas, le pido de favor que le dé las gracias de mi parte y le haga saber mi reconocimiento y admiración por tan bella herencia que nos deja a los ixhuatecos. Tengo su segundo libro conmigo; pronto lo haré parte de mi memoria literaria.

 

Avisos parroquiales: con molestia vi que el árbol seco que simulaba a una mujer en la playa que está antes del puente en el camino a Aguachil –el cual tenía ahí más años que cualquier ixhuateco actualmente vivo (véanse en nuestra galería las fotografías Paisaje marino I y Paisaje marino II, de A Antonio Vásquez)–, a unos 50 metros de la entrada que conduce al restaurant El Morro, fue irresponsablemente despojado de su sitio, y me informan que ha sido trasladado a la casa particular de quien lo taló. Si gusta, puede cortar un par de sauces que están a la orilla del río y llevarse también el busto Monumento a la Madre que está en el parque para que su patio o jardín quede rebonito. Falta de respeto y egoísmo tremendos. #Reprobado.

Tomada de www.grupos.emagister.com

'Un pueblo real

que parece imaginario'

Michael Molina

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